Siempre he dicho que “cuando hay un paciente en casa con diabetes, todos tenemos diabetes”. Si lees con detenimiento te darás cuenta el poder de esta frase; vincula a todos los integrantes de la familia. Los invita a participar de un diagnóstico que deben asumir todos en casa.
El reto si te diagnostican de niño es para tus padres. Allí ellos deben educarse, capacitarse para encontrar equilibrar tus niveles de azúcar en la sangre y tenerte en control. Deben sacar su faceta de súper héroes para hacerte entender que los números no son un castigo, sino que enseñan. Y deben poner toda su creatividad para que no desistas del tratamiento porque tu vida depende de ello.
Así que, si eres un papito nuevo en este tema, te espera un camino muy largo por recorrer para entender cómo funciona el cuerpo de tu hijo sin insulina y cómo debes proporcionársela.
Si tu diagnóstico ya lo hacen cuando eres adulto el reto lo asume el paciente y si es una persona mayor, el cuidador también. Enfrentarse a lo desconocido es ir en contra vía porque no sabes qué camino coger ni cómo hacerlo.
Por eso es tan importante la educación en nuestros pacientes. Educarlos no es una charla, no es un email, es un proceso que se requiere persona a persona porque somos mundos muy diferentes.
El reto viene acompañado de soledad, de mal humor, de ira, de depresión, de angustia. Y lo sufre el cuidador, en especial estas esposas o esposos dedicados a sus viejos amores. Que saben la palabra paciencia como nadie en el mundo.
El reto es para poner a prueba las parejas, los gustos de la alimentación, los cambios que en el hogar se puedan dar.
Algunas recomendaciones:
Salgan a ejercitarse en compañía. Motive al paciente a salir y a ejercitarse.
Controle la actividad física en exceso en pacientes con diabetes tipo 1 para evitar hipoglucemias.
Cambien hábitos en familia: Reduciendo el sodio. Empezando a eliminar el salero de la mesa del comedor. Eliminando los paquetes de los gabinetes de la cocina. Eliminando gaseosas, jugos procesados, golosinas que son un antojo para cualquier miembro de la casa.
Evalúe su entorno, si en su habitación recibe buena fuente de luz y aire para que no promueva episodios de depresión o soledad.
Compartan la comida saludable en familia.
El paciente debe tener una lista de su receta de medicamentos en la nevera y en el cuarto para casos de emergencia. Así como en su billetera o bolso.
Antes de juzgar, tenemos que preguntarle a nuestra persona con diabetes, qué le pasa, qué siente.
Evitemos protagonizar la complicación. Hablemos en positivo de esta persona. De sus virtudes, de su coraje y forma de afrontar la vida.
Necesitamos familias que nos refuercen nuestras capacidades, no que nos hagan sentir inseguros, inútiles o diferentes al mundo exterior.
